domingo, 4 de septiembre de 2011

Capítulo 2. Cuervo.

-Tardaste un poco, pequeña -un hombre alto, delgado, muy palido y de mediana edad- Soy Cuervo, pasa adelante, te enseñaré tu cuarto. Andrew me dijo que vendrías, Chev.
Entonces, entré a la casa.
No era una gigantesca mansión, pero era grande, bastante.

-Sígueme, por aquí está tu habitación -dijo el hombre, ''Cuervo'', dirigiéndose a las escaleras- Veo que no traes equipaje -el hombre se detuvo a la mitad de las escaleras, y me observó- No creo que Bice pueda prestarte algo de su ropa, eres mucho más alta que ella -reanudó su camino, y yo lo seguí.

Bice seguramente era la niña que dijo aquél loco que me envió ahí.

-¿Dónde está? -pregunté.
-¿Quién?
-La niña. Dijeron que había una niña aquí. ¿Dónde está?
-Durmiendo, claro. Son casi las cuatro de la madrugada, pequeña.

Claro. Cómo no lo pensé antes.
Nos detuvimos frente a una de las puertas.

-Es aquí, Mi Lady, su habitación -dijo Cuervo abriendo la puerta- Espero que sea de tu agrado.
-Gracias -dije en susurro- Me iré mañana temprano -me apresuré a decir antes de que Cuervo se fuera.
-Ya es ''mañana'', pero puedes quedarte el tiempo que quieras. Esta casa está abierta a huéspedes -dijo, cerrando la puerta.
-¡Espere! -entre abrió la puerta y me miró con los ojos muy abiertos- ¿Quienes son ustedes?
-Todas tus preguntas serán respondidas en la mañana, por ahora deberías descansar. Cierra los pestillos antes de dormir.
-¿Quien era el muchacho que me ayudó con el ladrón? -pregunté, pero la puerta ya se había cerrado.

La cama era amplia, tenía sábanas color mármol que olían a vejez. Había una cómoda muy elegante de aspecto antiguo, y una ventana que daba al parque. Me acerqué a la ventana; cerré las persianas y corrí las cortinas. En seguida me dirigí a la puerta, y cerré con llave. Busqué a ciegas el interruptor de la luz, pero no lo pude encontrar, me dí por vencida y busqué algún teléfono, pero lo único que encontré fue un viejo cepillo para el cabello. Cuando el sueño me empezó a vencer, me tumbé en la cama y enseguida me quedé dormida.

-¿Qué opinas de ella? -preguntó una voz conocida desde el piso de abajo.

¿Cuánto tiempo había pasado desde que me quedé dormida? ¿Horas? ¿Minutos? ¿Días? No, días no. Estaba muy segura que no había pasado mucho más de una hora. Me apoyé con el codo en la cama, y esperé a que las voces siguieran hablando.

-¿Qué fue lo que pasó, Andrew? Ella mencionó algo sobre un ladrón.
-Un ladrón armado apareció de la nada y tuve que hacerlo. No iba a dejar que le robaran sus pertenencias, no.
-No tenía pertenencias, Andrew.
-Entonces imagínate qué pudo haberle hecho cuando se enterara que no tenía nada qué robar, Cuervo, amigo.

Hubo un silencio.

-¿Qué le dijiste?
-Nada, lo juro. Sólo le recomendé venir a aquí y por suerte lo hizo.
-¿Qué hacía ella a las tres de la mañana en la calle? ¿Se perdió, escapaba?
-No, no. No parecía intentar escapar de casa, ella no es Bice, Cuervo. Parecía estar perdida.
-¿Su madre no estará preocupada? Trajiste a una joven de la nada, no debiste hacerlo. Tenías que avisarme.
-Dijiste que podíamos traer a quién quisiéramos que necesitara refugio.

Otro silencio.

-¿Dónde está ella? -preguntó Andrew.
-Arriba. ¿Qué traes ahí?
-Dijiste que necesitaba ropa, así que traje un poco.
-¿Robaste, Andrew?
-No, Cuervo. Aprendí la lección. Traje un poco de mi ropa.
-Ropa tuya para una niña... Interesante.
-¿Qué habitación? -su voz sonaba más fuerte, como si estuviera al pie de las escaleras.
-La que está al lado de la de Bice. No hagas ruido, Andrew.

Escuché el sonido de sus zapatos de vestir contra la madera de los escalones. Me apresuré a cerrar los ojos y fingir que estaba dormida. Escuché el pomo de la puerta girar, y a esta, abrirse, y luego, cerrarse. Ya podía sentir su presencia en la habitación.
Escuché el sonido de una bolsa de plástico, seguramente ahí llevaba la ropa; dejó la bolsa en el piso.
Escuché un bostezo. Claro, llevaba toda la noche despierto, ¿cómo no iba a tener sueño?.

-Sé que estás despierta, Chev -dijo él en voz baja- Tengo tus respuestas, y tu mis preguntas, sería buena idea que intercambiáramos, ¿no crees?.

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